Aplicando un poco de Marketing a la vida diaria
Cuando estaba en secundaria, digamos unos 15 años atrás (ya tengo canas), había un eslogan de una financiera muy popular que decía “ Si paso y no dejo huellas, ¿ para qué paso?”. Mi mamá que siempre se caracterizó por contar con un gran sentido crítico que la lleva a cuestionarse todo ( Eso tiene ventajas y desventajas, y como poseedor del título de hijo, puedo asegurar que las he experimentado en detalle) Mostraba su desacuerdo con esta frase diciendo: “ En todo caso debería decir, huellas buenas. Cualquiera puede dejar huellas, lo importante es que sean buenas”. Ese eslogan me vino a la mente cuando leí este tweet hace algunos años.
“Pienso que las personas más tristes hacen todo lo posible para hacer a otros felices, porque ellos saben cómo es sentirse insignificante, sin valor, y no quieren que nadie se sienta así”
Hasta un punto coincido, en el sentido de que las situaciones por las que he pasado me han hecho más empático. Haber sufrido los estigmas que existen sobre salud mental, haber enfrentado la pérdida y otras cosas me han permitido comprender mucho más a los demás, respetar sus tiempos, sus procesos y no dejar a nadie de lado sin importar su género, edad, orígenes, etc. Pero también he llegado a la conclusión de que ayudar como acción en sí misma es una necesidad humana.
Varios estudios científicos han demostrado los beneficios que puede traernos ser más “prosociales” es decir, hacer acciones en beneficios de otros. Como muestra este artículo de la universidad de Stanford, cuando tomamos actitudes solidarias, disminuye nuestro estrés, nos sentimos más optimistas y con un sentido de propósito. Al mismo tiempo, la disminución de los niveles de cortisol asociados con el estrés, impactan en nuestra presión arterial y salud cardiovascular. Es decir que dejar “huellas buenas” es un beneficio para todos.
Entonces siempre que me siento triste, o tengo uno de “esos días”; me gusta hacer algo por alguien. Ayudar a un no vidente a cruzar la calle, comprarle algo al señor que vende cositas dulces en el semáforo, escuchar a un amigo que está pasando un mal momento o alimentar a un perrito de la calle. Lo hago por otros pero también por mí. Porque me hace sentir mejor. Quizás suene egoista, pero si al final del día podemos hacer un poquito mejor la vida de alguien, creo que vale la pena ¿no?
Los periódicos están llenos de malas noticias, la TV nos abruma con imágenes de guerras, crímenes, estafas. Actos egoístas por naturaleza. Entonces, un poco de ese otro egoísmo, el que no sale en las noticias, el que genera gratitud, no viene nada mal. Te recomiendo que pruebes un poco de eso, se siente como ese café junto a la chimenea, como esa carcajada con amigos, como llenar un vacío; el vacío del alma. Esta semana seamos más “egoístas” y dejemos lindas huellas.

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